El primer encuentro

Luego de un par de jueves en los cuales no habíamos tenido “estrategias” por diferentes motivos, llegó el 28 de Marzo. En lo personal, había escuchado de este ramo, los comentarios eran: “antes se llamaba creatividad”, “es un espacio para compartir, para desenvolverse”, “aprovechen de pasarlo bien, de conocerse y abrirse a los demás”. Pese a todos los buenos comentarios que se pudiesen tener, siempre está la inquietud de si será tan genial como lo describen, si uno lo experimentará del mismo modo y logrará disfrutar como otros lo han hecho anteriormente.
El tener tan buenas referencias es un buen comienzo, de todos modos.
Llegamos a la clase todos muy alborotados, ansiosos por que comenzara ¡ya!


Lo primero fue la presentación de los profesores: Erna Navarrete y Féliz Pérez, quienes nos hablaron del programa, de las actividades que realizaríamos a grandes rasgos, de los requerimientos pertinentes, etc.
Luego de este típico discurso introductorio, pasamos a la primera actividad: Papel y lápiz en mano, dibujar un triángulo cuyos lados estuviesen construidos por tres fortalezas que nos definieran, además el nombre de cada uno, esto pegado al pecho.
La segunda actividad consistía en encontrar una persona con la cual no hubiésemos interactuado mucho durante las semanas que llevábamos de clases y explicarle el porqué habíamos escogido estas tres palabras. Pasados cinco minutos, debíamos juntarnos con otra pareja y luego formar un grupo con más gente. Una vez conformado el grupo, la tercera actividad consistía en escoger una frase, lema o slogan que tuviese relación con las características de cada uno y nos representara en conjunto y mostrársela al resto de nuestros compañeros. En este punto surgió (al menos en mí) la típica vergüenza, el miedo al ridículo por enfrentarse a todos los demás compañeros y hablar en público, vergüenza que se veía incrementada al sentir que lo que estábamos haciendo no lograba representar o transmitir lo que queríamos. Sin embargo, luego recordé las múltiples sugerencias de “disfrutar” y “pasarlo bien” en la clase, por lo que decidí relajarme y simplemente “fluir” con la actividad. Hay que decir que finalmente no fue tan terrible.
Lo que más me llamó la atención de esta instancia fue el hecho de que si juntábamos o mezclábamos las características escogidas por todos los compañeros, muchas de ellas coincidían o tenían relación entre sí, lo que para mí tiene mucho sentido pues son características esperables en una persona que desea ser “terapeuta” y colaborar en la recuperación de alguien más. Creo que este es el primer indicio de que como curso tendremos muchas cosas a fines y en común.
Una vez finalizada la actividad, el profesor nos dijo que a esta clase debíamos asistir con cámara para registrar las actividades que realizáramos y posteriormente, nos dirigimos a otro sector a registrar lo que habíamos hecho aquel día, sacándonos fotos en grupo, como curso, en solitario y con compañeros.


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