Llegó la segunda clase de estrategias, la actividad
de este día no era igual para todos: Se dividió el curso en dos (pares e
impares), un grupo comenzaría a trabajar en la construcción del blog y el otro
grupo trabajaría en la elaboración de máscaras de yeso, que luego decoraríamos
en otra clase. Yo pertenecí al grupo de las máscaras, lo cual terminó siendo
una suerte, pues a los compañeros del otro grupo no pudieron darles la sala
para trabajar y tuvieron que re calendarizar su actividad para fuera del
horario asignado.
Al parecer, hacer máscaras de tu propia cara era
una actividad típica escolar, pues muchos de mis compañeros lo habían hecho en
algún momento de la enseñanza media. ¿Para mí? Una actividad totalmente
desconocida. Muchos describían como se colocaban las “banditas” de yeso en la
cara y se iban formando las facciones. En mi cabeza eso no cobraba sentido.
Una vez en clases, la profe Erna explicó los pasos
a seguir: En primer lugar, era sumamente importante llenar la cara de abundante
vaselina, con énfasis en las cejas y contorno de la cara y proteger los ojos
con papel para que no se dañaran con el yeso. Luego, los trocitos de yeso que
se habían cortado anteriormente se remojaban en agua y se colocaban sobre la
cara, masajeando para que se borrara la textura. Fue recién ahí que todas las
descripciones que me habían hecho tomaron sentido. Comenzamos a trabajar en
grupos, las compañeras con las que me tocó compartir ya habían realizado esta
actividad por lo que fue más fácil que ellas dirigieran el proceso. Primero, le
hicimos la máscara a dos de ellas, una de las cuales es muy exigente (Nicole
Tapia); sin poder ver nada daba múltiples indicaciones sobre en qué lugares
colocar más yeso, sobre la textura, hasta que límite de la cara tapar, etc… ¡No
se callaba nunca! Fue un momento bastante gracioso ese.
Luego me tocó el turno de ser la “enyesada”, era
una experiencia súper extraña porque cuando la cara ya se encuentra más o menos
cubierta, uno no puede gesticular y cuando ya te han formado la boca, tampoco
hablar… Todos hablando y comentando lo que están haciendo y uno callado ¡¡Es
desesperante!! Para colmo, (considerando que uno es impaciente a niveles
extremos) había que esperar que el yeso secara completamente.
La parte más entretenida era el momento en que el
yeso ya se encontraba seco y había que gesticular en exceso para que la máscara
se fuese desprendiendo poco a poco.
Finalmente, procedimos a limpiarnos la cara, que
era una mezcla entre la suavidad de la vaselina y lo reseco del yeso. También
había que limpiar la sala, que como es posible imaginar, entre tanta agua, yeso
y vaselina ¡¡Estaba asquerosa!!
Esta clase fue muy entretenida; compartir con los
compañeros, aprender algo nuevo, trabajar con las manos son todas cosas muy
agradables. Y creo que más entretenido será aún el proceso de pintar y decorar
la máscara que hicimos.
No sé qué es lo que se viene para las siguientes
clases, pero espero que la entretención y el goce en cada clase vayan en
aumento, como lo han hecho hasta ahora.
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