Una de las primeras actividades que realizamos
en clases fue la creación de una máscara de yeso con las facciones de nuestra
cara, ésta quedó guardada y olvidada en una pequeña salita interior del lugar
en el que se llevan a cabo las clases en nuestra escuela, con el compromiso de
ser decorada en algún momento. Pues bien, ese momento llegó.
Lo primero: Asegurarse de que la máscara
estuviese lo más lisa y resistente posible, para esto contábamos con pasta muro
y lijas para hacer todas las correcciones que se considerasen pertinentes. Una
vez finalizada esta etapa ,era hora de poner manos a la obra con la decoración.
Pintar y decorar la máscara constituía todo un desafío; las posibilidades eran
infinitas.
¿De qué manera hacerlo?
¿De qué manera hacerlo?
En mi
opinión, todo lo que implique creación personal implica también un depósito de
las emociones y sensaciones que el “creador” está experimentando al momento de realizarla. Al ser una máscara de
la propia cara, podría esta ser decorada de acuerdo al estado anímico del
momento, podría también ir más allá y ser un reflejo del estado emocional más
profundo, podría también intentar obviar las emociones y enfocarse en los
intereses y creencias. En fin, sea como sea, reflejaría un pedacito de
interioridad.
El proceso mental para decidir por cuál de las
alternativas inclinarme fue bastante largo. Al finalizar el horario de clases algunos habían terminado el “enchulamiento” de su máscara y otros no, los que no lo hicieron debieron llevársela para la casa y traerla a la semana siguiente. Yo fui una de las que tuvo que dedicar tiempo fuera de clases a decorar la máscara, pues no fui capaz de decidirme durante el tiempo estipulado.
Cuando tuve la oportunidad de observar todas
las máscaras terminadas, pude comprobar mi teoría de que estas inevitablemente
reflejarían una parte de la personalidad de sus dueños.
En el caso de las emociones, había algunas en
que estas estaban muy marcadas; alegría, entusiasmo, rabia. En el caso de los
intereses y creencias, habían ciertas máscaras que con solo mirarlas era
posible adivinar de quienes eran.
Lo que es yo, finalmente me decidí por un diseño sencillo, que quizás no decía mucho a primera vista, pero que tenía sentido para mí. Una especie de rompecabezas. El porqué es muy simple: Por la firme creencia de que somos una construcción y producto de todas las experiencias que vivimos, los aprendizajes, los apegos, los dolores y, por supuesto, también las alegrías. Todos ellos son pequeñas piezas del rompecabezas que, poco a poco, va formando nuestra personalidad y define nuestra esencia, cada etapa de nuestra historia ha dejado una huella y esta se hace visible de una forma u otra.
Caras vemos, corazones no sabemos… dicen. Muchas veces lo que observamos en un primer encuentro no se condice con lo que encontramos al conocer a la persona un poco más. Sin embargo, la cara es de todas maneras nuestra carta de presentación frente al mundo. Y si es así, ¿Qué mejor lugar para representar (de manera simbólica, a través de la máscara) todas las huellas que han dejado las diferentes vivencias?
Lo que es yo, finalmente me decidí por un diseño sencillo, que quizás no decía mucho a primera vista, pero que tenía sentido para mí. Una especie de rompecabezas. El porqué es muy simple: Por la firme creencia de que somos una construcción y producto de todas las experiencias que vivimos, los aprendizajes, los apegos, los dolores y, por supuesto, también las alegrías. Todos ellos son pequeñas piezas del rompecabezas que, poco a poco, va formando nuestra personalidad y define nuestra esencia, cada etapa de nuestra historia ha dejado una huella y esta se hace visible de una forma u otra.
Caras vemos, corazones no sabemos… dicen. Muchas veces lo que observamos en un primer encuentro no se condice con lo que encontramos al conocer a la persona un poco más. Sin embargo, la cara es de todas maneras nuestra carta de presentación frente al mundo. Y si es así, ¿Qué mejor lugar para representar (de manera simbólica, a través de la máscara) todas las huellas que han dejado las diferentes vivencias?
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